Los venezolanos descubren que la Xenofobia no existe

En realidad, el mundo tiene un ataque de APOROFOBIA que no quiere reconocer

Soy venezolano, llegue a la Argentina hace unos 5 meses aproximadamente, mi experiencia ha sido completamente adversa a los ataques que sufren constantemente mis compatriotas en otros países como Perú, Panamá, Estados Unidos, España. Aquí me han tratado bien, de hecho, cuando digo que soy venezolano enseguida le dan una especie de “visto bueno” al mismo tiempo que condenan la presencia de otros extranjeros que han creado focos de violencia y malas costumbres en las calles de Buenos Aires.

La justificación más popular del argentino es que este es un país de emigrantes, con una historia que ha manejado el éxodo de países europeos en plena guerra y por supuesto de todos los que se encuentran al margen de esta nación. Tienen años en este vaivén de gente y por eso tal vez son uno de los mejores países para emigrar del continente, pues a pesar de sus problemas económicos y situaciones adversas, crean que el buen trato de los locales hacia los extranjeros, su tolerancia y buen vivir, son un plus muy importante para tener en cuenta a la hora de salir a buscar oportunidades fuera de las fronteras.

Pero qué onda con los xenofóbicos del mundo

Esos que constantemente son foco de atención por su reducida visión del mundo, esos que prefieren justificar un mal en vez de ser parte de la solución. El Cardenal Baltasar Porras Cardoso, uno de los máximos representantes del clero religioso venezolano, redactó una pequeña nota para un diario local en el que explica con suma precisión de lo que voy a hablar a continuación.

Durante tiempos remotos el aspecto nómada del humano lo ha hecho desplazarse, por una pequeña infinidad de razones y ha encontrado rechazo a los sitios a los que ha llegado, pero no por no pertenecer a ese lado de la línea, sino por no imponer una deferencia al nivel de vida o clase social establecida en sitio que lo recibe. Es decir, que la incompatibilidad no se debe a la regionalización, sino a la capacidad de mezclarse con la clase predominante.

En pocas palabras (y aplicándolo a la realidad de hoy), si no tienes dinero suficiente para demostrar que puedes ser parte de la categoría, enseguida te señalaran como pobre y colocarán sobre ti una marca que en realidad dice “emigro de su país porque no tiene dinero y no es digno de estar acá, es una carga para nuestro país”.

Esa condición no se llama Xenofobia, su verdadero nombre es Aporofobia

Y es un estatus incluso más natural que el mismísimo rechazo al extranjero. La aporofobia no necesita límites fronterizos, solo requiere una división muy marcada de las clases sociales para funcionar a la perfección y darle al ser humano una razón para sentirse más con respecto a alguien.

El aporofóbico desprecia toda idea de pobreza que cruza en su vida porque en realidad siente miedo de caer en las fauces de problemas económicos que degraden su calidad de existencia. El aporofóbico teme quedar como un vagabundo o dependiente de las ayudas del sistema de gobierno.

Por si fuera poco, inmediatamente el aporofóbico disfrazado de xenofóbico inmediatamente carga todas sus responsabilidades en el país de origen, compadeciéndose inmediatamente de sus recursos fiscales y administrativos, cuando en realidad no le importan.

Ese mismo aporofóbico, es el que ve con respeto al árabe llegar a su país dispuesto a montar un negocio, al chino empresario y al americano explorador, que vienen con suficientes divisas a conciliar una relación con las diferentes clases sociales con la holgura que les permite el dinero.

Ojo que no estoy hablando de turismo como si lo hace el cardenal, creo que realmente no hace falta, pues cuando se trata de turismo, hay un mercado salvaje que los recibe y los exprime, hasta la última gota de dinero, para saciar sus objetivos naturales.

En fin, me siento muy cansado de que le llamen a la aporofobia, xenofobia, cuando en realidad no es así, básicamente ese es el mensaje, la lección de hoy. Quisiera llegar a más gente con este mensaje, especialmente a mis compatriotas y en general a todo emigrante posible, es por eso por lo que, si te topas con este texto, no dejes de compartirlo, yo lo voy a hacer en grupos de Facebook y espacios en los que creo que hay gente potencialmente interesada.